Lennin.

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viernes, 6 de mayo de 2011

Bin Laden con "tufillo electorero".



La información ofrecida por el mandatario de la Casa Blanca acerca de la muerte de Osama Bin Laden a cargo de un comando militar estadounidense en la ciudad paquistaní de Abbottabad, tiene bastante de tufillo electorero y de triquiñuelas mediáticas, que de realidad.

De inmediato las encuestas en Estados Unidos reflejaban cómo el Presidente Barack Obama subía en los sondeos. La estrategia contribuye a romper el cerco de los republicanos.


Obama inició desde algunos meses atrás (poco más de mediados de 2010) su cruzada en pos de la reelección en la Oficina Oval o, en el mejor de los casos, para desviar a la opinión pública del vaivén económico universal -sobre todo intestino- a causa de la crisis económica heredada por su gobierno, aun sin soluciones a mediano plazo para la mayoría.


En la cruzada del mandatario estadounidense aparecen las amenazas y provocaciones contra Irán y la RPD de Corea; más reciente, su apoyo sin reservas a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en la agresión contra Libia y ahora, para rematar esta última etapa, la muerte del jefe de Al Qaeda.


La misteriosa operación que nadie conocía (ni siquiera el alto mando de Paquistán); luego, el “enterramiento” del cadáver en el Mar Arábigo contra toda práctica funeraria de la religión musulmana… En fin, si oscura era la existencia del terrorista, más lo resulta aún esta súbita muerte.


Nadie vio, escuchó o siquiera sintió nada. No existen testigos, escueta y únicamente la información oficial ofrecida por el presidente Barack Obama. Incluso, los funcionarios de seguridad nacional e inteligencia de los Estados Unidos han ofrecido la callada por respuesta.


¿Qué hay de veraz en todo este episodio? ¿Se le debe creer al mandatario estadounidense por su condición de tal, y punto? Es, a mi entender, como argumentaron algunos medios de comunicación acerca de tal operativo, que “tuvo más de despliegue propagandístico que de acción de seguridad nacional y combate al terrorismo".


Y sobre este particular: ¿cuál terrorismo, el ajeno o el propio? El mensaje de Ileana Ros-Lehtinen, presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, es harto elocuente por su esencia demagógica: “(…) la muerte de Osama Bin Laden a manos de un comando estadounidense envía un mensaje claro a nuestros enemigos de que no descansaremos y no cesaremos en nuestra defensa de la libertad”.


Es decir, que si EE.UU. mantiene tropas en Iraq, lo hace en defensa de su libertad. Ídem en Afganistán y otros sitios del planeta, como ahora lo es Libia, donde los bombardeos no constituyen actos de terrorismo, ¡no!...


Tampoco lo fueron la absolución del difunto Orlando Bosch -y ahora Posada Carriles- calificados en su momento por el FBI como peligro para la seguridad nacional… al final ambos tuvieron cobija bajo el techo imperial, y de terroristas, ¡nada!, según EE.UU.


La actitud asumida en el caso Bin Laden trae a la palestra al notable escritor Mario Puzo, quien con desenfadada narrativa en su novela El Padrino, puso de relieve los orígenes y el hacer de la Camorra napolitana. ¿Difiere ese accionar con el que llevan a cabo la CIA y el Pentágono contra supuestos terroristas por nadie vistos salvo en fotos propagandísticas? ¿Es acaso la sofisticada comunicación mediática la fabricante de tamaños personajes?


Ahora las cosas se diluyen. Osama Bin Laden, como se ha calificado, “es criatura que supera a su creador”… Al Qaeda es “mucho más que una agrupación terrorista: es filosofía, forma de vida, franquicia, hidra de mil cabezas”.


Barack Obama, en su puja por llegar a la Oficina Oval, prometió villas y castillos… y mucha paz. Pero del dicho al hecho, el trecho recorrido por el mandatario deja bastante que desear: desde la crisis económica, cuya solución parece extenderse en el tiempo, hasta las guerras de nunca acabar.


¿Será acaso que el primer hombre de raza negra Presidente de los Estados Unidos juega sus cartas bélicas y mediáticas basadas en la retórica demagógica en busca de otro quinquenio a la testa del imperio?


Bien valdría la pena otra novela de Puzo sobre los neo padrinos, pero… de la Camorra norteamericana.

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